En el fondo
de una vieja caracola,
guardaba Etelvina
el ruido del mar.
Guardaba un castillo de arena,
un Romeo con su Julieta,
una luna colorada,
una postal de Mallorca,
un beso prendido en sus labios,
y un helado de frambuesa.
En el fondo
de una vieja caracola,
guardaba Etelvina
la espuma del mar.
Guardaba un retrato
de su juventud marchita,
una rosa prensada en un misal,
una promesa de amor descolorida
y un velo de novia
que nunca rozó un altar.