Aparecen en mitad de la noche
cuando el pensamiento se rinde al sueño
y los recuerdos dormidos se despiertan,
cuando tus ojos de niebla
me buscan en el callejón
de la luna llena.
Volvemos a encontrarnos
en esta calle estrecha
de una sola dirección,
de cuerpos que se desnudan,
que se devoran en la penumbra
de un portal vacío.
Tu voz en la mía,
en nuestras copas sobre la mesa,
en nuestros versos de borrachera
escritos en una servilleta arrugada,
en el umbral de la juventud
que se nos fue de las manos…
En el callejón de la luna llena
ya no maúllan los gatos,
no hay maleantes de medio pelo
ni músicos tocando tangos,
ni sirenas de alquiler
con labios de carmín barato.